Por Uriel Flores Aguayo
En la disputa por la nación, en la posibilidad de que nuestro país cambie de verdad, viva en paz, sea justo, educado y decente, se presenta la oportunidad electoral del próximo año, en la renovación de la presidencia de la república y del congreso federal.
La alternancia vía PAN resultó fallida, por la ineptitud de sus gobernantes pero sobre todo por su adhesión incondicional a los poderes facticos. Con esa alternancia derechista perdimos otros doce años de oportunidades, nos estacionamos en el inmovilismo de la ya de por sí accidentada ruta de democracia y bienestar.
Quedando fuera el PAN de un tercer sexenio federal, merecidamente, salvo lo que los monopolios le quieran regalar y el posicionamiento que le permita el manejo faccioso e inmoral de los programas sociales, queda libre el escenario para la confrontación de dos proyectos claramente diferentes: el PRI y sus aliados (PANAL y VERDE) contra el PRD y los suyos (PT y CONVERGENCIA).
México es un polvorín, el hartazgo que lo recorre se puede transformar en inconformidad activa, están dadas las condiciones para revueltas sociales; reprimirlas será una manera fácil de empeorar las cosas; lo distinto, lo que nos ahorra sangre y sufrimiento, o sea, la vía y modo democráticos, es que haya elecciones libres, donde se permita la participación consiente de los mexicanos y se inicie un proceso de regeneración profunda del país. Hasta sus privilegios van aponer en riesgo las elites económicas y sus operadores políticos si persisten en mantener el actual sistema económico y político; el hastió del pueblo lo puede llevar a tomar medidas radicales.
La izquierda va acrecer hasta constituirse en una opción de gobierno para el próximo año. Va acumulando factores en esa línea, a saber: el DIA se ratifica como coalición electoral, el PRD corrigió su contradictoria línea política, sus figuras principales se juntan y prácticamente ya definió su candidatura presidencial en Andrés Manuel López obrador.
En el PRI no deberían echar las campanas al vuelo, los fantasmas de Labastida y Madrazo se pueden aparecer en cualquier momento. Su figura principal, Peña Nieto, es demasiado frágil por su relevancia cosmética; tanto que ni siquiera el duopolio televisivo, sus verdaderos patrocinadores, le pueden garantizar el ascenso a la silla presidencial. Ese partido, dirigido ahora por un bailarín, no puede eludir sus responsabilidades en la alternancia que favoreció al PAN y en muchos de los graves problemas que vive nuestro país.
En el 2006 se tubo al alcance de la mano, como nunca, aún con las condiciones de competencia impuestas por el bloque en el poder, el triunfo electoral para la izquierda. No todos lo entendieron ni apoyaron, anteponiendo intereses particulares y favoreciendo con sus acciones u omisiones la repetición de un gobierno derechista, de cuyas incapacidades y ocurrencias todos estamos pagando algo. Fue lamentable el papel que jugaron el EZLN y Patricia Mercado, entre otros.
Hay que trabajar mucho para que esos y otros errores no se vuelvan a cometer. Es mucha la tentación entre algunos sectores de la sociedad por abstenerse o votar en blanco, como una manera de expresar el hartazgo por el pobre país en que nos han convertido tanto la parasitaria y extraviada clase política como los monopolios de todo tipo; es preocupante que lideres de enorme autoridad moral como el poeta Javier Sicilia, empiecen hablar de no votar. Renunciar al sufragio es no participar, precisamente lo que más le conviene a los gobernantes. Como eso sería un error, a mi juicio, hay que convencerlos que apoyen un proyecto de izquierda, de transformaciones sociales; más aún, que se postulen a cargos de elección popular y que incorporen sus visiones y demandas a la plataforma regeneradora de México.
México está de cabeza, somos un país paralizado y un polvorín a punto de estallar; no lo merecemos. Que en lugar de engrosar las filas del narcotráfico y el ocio nuestros jóvenes sigan el ejemplo de las juventudes árabe y española, sería la apuesta para el 2012. Como lo vimos y vivimos en el 88 y en el 2006 ya sabemos que ¡sí se puede!
Recadito: como dijo el innombrable: no se hagan bolas, el candidato es López Obrador.
urielfloresaguayo@hotmail.com
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