Por Uriel Flores Aguayo
No me gusta pero tengo que empezar este trabajo con algún comentario personal. El tema es el café, esa bebida tan consumida en nuestro país pero sobretodo en Xalapa, y su entorno. Desde muy niño, en las fincas que mis tíos cultivaban en Tuzamapan, congregación de Coatepec, corté café, mas como aventura que como actividad productiva; un poco después participé activamente en el secado y el molido del café. Por esas actividades, dado mi origen familiar, y el consumo desde la primera infancia de abundantes cantidades de café, en esos tiempos en que un vaso o un jarro lleno y un bolillo constituían el alimento, creo saber algo de ese producto. Eso incluye estar informado de las posturas existentes a favor y en contra del consumo del café. Los que lo acostumbramos distinguimos y sabemos tomar buen café, casi siempre prefiriendo hasta el de olla sobre el de ínfima calidad que ofrecen en cadenas de restaurantes muy reconocidas.
Hace algunos lustros las poblaciones cafetaleras de la región vivían la emocionante y festiva actividad de la cosecha, fuente de empleos y de riqueza, con el comercio en pleno, pago de deudas, inicio de construcciones y fiestas en todos sus rincones. Con el neoliberalismo y sus privatizaciones, un poco con De la Madrid pero más con Salinas de Gortari, el precio de café se desplomó, provocando abandono de sus fincas y éxodo de sus productores. Pueblos alegres se volvieron tristes, gente trabajadora y de alta autoestima se transformaron en receptores pasivos del asistencialismo estatal. Fue en el campo, especialmente el cafetalero, donde más se ensañó la política económica Salinista, cuyos sucesores la han continuado inhumanamente.
A pesar del gobierno, en medio del vaivén especulativo mundial, los campesinos y medianos empresarios han sostenido la producción de café en nuestra región, contra viento y marea, consolidando altos niveles de calidad y expandiendo su consumo. Un anécdota: hace unos ocho años, tomando café en una plaza comercial en Villahermosa, Tabasco, en nuestro grupo cuestionábamos sobre el origen de esa bebida que nos pareció sobresaliente, unos decían que si de Colombia o Costa Rica, otros que de Chiapas; cuando le preguntamos al mesero nos dijo que era de Coatepec. Me consta que en lugares del estado donde se consume poco café, como Tempo al y Ciudad Isla, existen restaurantes donde presumen como distinción que sirven alguna de las marcas más conocidas en Xalapa.
Es notable el incremento de cafeterías en Xalapa, algo así como un” boom”, prácticamente todas con éxito. Chicas y grandes, modernas y clásicas, caras y económicas, de gran calidad y regulares. Se observa una especie de monopolio de ciertas marcas y establecimientos, sobre todo en las plazas comerciales, con una tendencia a dar precios muy altos y desproporcionados, dedicando sus servicios casi exclusivamente a las capas medias de la población. Ese es un error, creo que sin dejar de ganar podrían obtener más si esos negocios moderaran sus precios.
El caso contrario, elogiable, está en pequeñas cafeterías que, además de su calidad, aplican un concepto comercial distinto, donde el consumidor y sus posibilidades económicas son tomados en cuenta; son cafeterías donde se tiene una concepción más social de los negocios y se entiende el entorno en que se ubican. Tenemos el caso del” cafetal”, “neblina” y kariva”, entre otros, donde da gusto tomarse un café porque se siente el respeto al consumidor, ofreciéndole buen servicio y buenos productos a precios accesibles. Con esos lugares los estudiantes tienen más oportunidades. Caso similar es el de algunos restaurantes donde se sirven comidas muy económicas y sanas, destacando al “postodoro”, donde demuestran sentido empresarial y carta de alta calidad combinándolo con un respeto, desde el precio, a sus clientes.
Tengo la impresión de que se hace poco oficialmente por apoyar una actividad tan útil y noble como la producción de café; urge no dejarlos a su suerte y fortalecer a los campesinos y a los empresarios de ese ramo. Tan sólo con el café en producción y en expendios de todas sus presentaciones estamos reactivando la economía, generando empleos y atrayendo el turismo. Las autoridades federales y estatales encargadas de todo eso tienen que darse una vuelta por las fincas, articular programas de fomento y proyectar a nivel nacional, como motivo de orgullo y de identidad, a nuestro café de la región. Recadito: si no queda de candidato todavía le da tiempo al “trastupijes” para inscribirse en el carnaval de Veracruz. urielfloresaguayo@hotmail.com Xalapa Enríquez Veracruz a 19 de Enero 2012
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