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11 de febrero de 2013

BENEDICTO XVI...UN PAPA PROGRESISTA



Por: Asmara Tovilla
Especialista en temas religiosos

A más de uno debió de sorprender la noticia de la inesperada renuncia de S.S. Benedicto XVI, después de un pontificado de casi 8 años en el que dio más de una sorpresa al mundo. Electo después de la muerte de Juan Pablo II, Joseph Ratzinger ha sido uno de los teólogos más controversiales, pues en sus funciones como titular de la Congregación de la Doctrina de la Fe, fue el responsable de emitir muchas de las opiniones que la iglesia emite sobre todos los temas presentes, y todo lo que el mundo vive. Cuando salió al balcón y se proclamó el “Habemus Papam..” muchos se sorprendieron con la edad del nuevo pontífice, pues según las reglas de la constitución “Universi Dominus Gregis” que contiene las directrices a seguir para elegir al nuevo papa, el cardenal Joseph Ratzinger estaba en la edad límite para ser elegido, además de que él era el Decano del Colegio Cardenalicio, lo que significaba que él mismo dirigió el cónclave, lo que no significa que haya de alguna manera influenciado la votación.  Mucho se cuestionó la decisión del cónclave pues en su momento se nombraron algunos otros papables más jóvenes y cuyo perfil era distinto al del cardenal alemán, pues Joseph Ratzinger siempre ocupó un lugar de bajo perfil en las filas del vaticano a pesar de ser íntimo amigo del papa Juan Pablo II.  Con la fumatta blanca el mundo se detuvo un instante a observar una chimenea, en donde se anunciaba al nuevo Vicario de Cristo, Benedicto XVI, cuando se le preguntó el porqué del nombre éste habló de sentirse con la misma responsabilidad en sus hombros que su antecesor Benedicto XV, papa de la guerra, con la responsabilidad de guiar al mundo y a la barca de la iglesia ante tiempos inciertos en los que muchos todavía voltean los ojos a Roma buscando una respuesta a sus dudas y esperanza a sus problemas.

En seguida comenzaron las comparaciones pues Juan Pablo II era del todo carismático, este papa es más serio;  el papa polaco, denominado el papa peregrino, el buen papa, además con un pontificado  muy largo en el que muchas generaciones no conocieron a un papa distinto, pues crecieron con él, con sus continuas visitas a nuestro país en el que lo sentíamos como el “papa mexicano”, un papa que después fue decayendo poco a poco ante los ojos del mundo, un papa debilitado ante la enfermedad y al que más de una voz preguntó el porqué no renunciar cuando el parkinson ya lo debilitaba visiblemente, la renuncia nunca llegó pues hasta el final Juan Pablo II decidió seguir adelante y mostrar con su dolor el máximo sacrificio que se puede hacer, el sacrificio de amor así siguió con su ministerio , apoyado en mucho por  el cardenal Joseph Ratzinger en discursos, orientaciones, y demás textos que el papa como cabeza de la iglesia emite. El nuevo papa Ratzinger se presentaba al mundo con una sonrisa tímida y el mundo temió por su seriedad y apariencia más bien fría que en mucho caracteriza a los teutónicos. La edad fue otro aspecto que muchos destacaron pues cuando inició su pontificado Juan Pablo II, era un  papa aún joven, se le podía ver esquiando, haciendo deportes, etc. El nuevo papa era ya un hombre mayor.
En cuanto a sus acciones se pensó que quizás la elección de este papa se debía a querer seguir con la línea que llevaba Juan Pablo II dirigiendo la iglesia, sin embargo al poco tiempo esto cambió pues Benedicto XVI tomó muchas decisiones marcaron su pontificado ya no como continuidad sino como algo distinto de lo que la iglesia vivió como Juan Pablo II, pues cuando el papa polaco asumió el cargo del Vicario de Cristo, la iglesia vivía un auge, una renovación basada en el Concilio Vaticano II que aseguró y recordó el mandato misionero de la iglesia, renovando el compromiso misionero no sólo de los miembros de la iglesia institucional sino también de los laicos, la iglesia se volcó nuevamente al hombre, salió de los claustros y se fue a seguir a su fundador en los países donde más se le necesitaba, las misiones sufrieron un auge impresionante, la iglesia rejuveneció, los movimientos de jóvenes y de laicos surgieron, florecieron las vocaciones en el mundo, en fin; Juan Pablo II recibió una iglesia ávida por dirección y deseosa de ésta; Benedicto XVI recibió una iglesia herida profundamente pos escándalos de sus miembros y cada vez más cuestionada en sus prácticas y en su razón de ser, un mundo que cada vez menos quiere a Dios en su vida a pesar de que cada vez lo necesita más, un mundo en el que la espiritualidad se busca en otros espacios, y en que la vida es demasiado vertiginosa y libre para hacer espacio a la conciencia y a la guía divina.
Sus acciones fueron siempre controvertidas, pero ante todo fueron lo que la iglesia necesitaba, entre ellas destaco algunas que me parecen de gran importancia como el abrir y ordenar investigaciones sobre las denuncias de  pederastía que han herido profundamente a la iglesia, tomó acciones disciplinarias en contra de los sacerdotes acusados, se reunió en más de una ocasión con las víctimas brindando consuelo y ayuda;  abrió espacios en distintas oficinas del vaticano a laicos; reemplazo a algunos funcionarios del Opus Dei que Juan Pablo II había encumbrado y en su lugar puso a jesuitas que por mucho son conocidos por ser una orden de hombres inteligentes, modernos y ante todo sensibles a las necesidades del mundo, habló de temas que no había tocado su intercesión y lo hizo claramente, habló de las guerras, del sida, del uso del condón en países agraviados por la pobreza como medio no de control de natalidad, pero sí como medio preventivo de enfermedades;  promovió el uso de la lengua oficial del vaticano, el latín para algunas misas no como medida de retroceso, sino como forma de evangelizar universalmente y acercar al pueblo al misterio divino contenido no sólo en acciones sino también en palabras. Realizó viajes, no tantos como su antecesor, pero si importantes, en los que sus encuentros con la población de los distintos países que visitó dejaron una impresión de cercanía y de afecto de aquel hombre al que el mundo había juzgado como un hombre frío y distante. Después de estas visitas muchos afirmaban las diferencias con su antecesor pues a Juan Pablo se le “iba a ver” como una especie de rockstar cuyo carisma movía a las multitudes, mientras que a Benedicto XVI “se le iba a escuchar” pues sus palabras llevaban fe, esperanza y dirección a la iglesia que tanto lo necesitaba.
El día de hoy renuncia, por sentirse viejo y enfermo; por saber que el puesto de Vicario de Cristo necesita muchas cosas, muchas habilidades y sobre todo mucha entereza y fuerza pues el mundo en este momento no necesita un papa mártir al que el mundo  vea sufrir  y entregar su vida en el ministerio, el mundo necesita hoy un vicario fuerte y que pueda cumplir a cabalidad lo que de él se espera y necesita el mundo y los millones de almas que en él habitan.
La mejor de las suertes al aún papa Benedicto XVI, esperemos que el próximo Vicario de Cristo tenga las cualidades, fuerza y entereza necesarias para llevar a cabo este ministerio tan pesado y necesario para el mundo.

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