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13 de febrero de 2013

LAS CLAVES DEL CÓNCLAVE



Por: Asmara Tovilla
Especialista en temas religiosos

La próxima elección del nuevo pontífice se anuncia como una oportunidad para la Iglesia ante lo que es todavía una noticia sorpresiva:  la renuncia del papa en funciones S.S. Benedicto XVI, así que el ritual que usualmente secunda a la muerte de un pontífice comenzará esta vez después de que el próximo 28 de febrero se haga efectiva la sede vacante.

De esta manera se comienza a barajar los posibles nombres de los nuevos papables, se manejan estadísticas de qué continente o qué país está representado con suficiencia en el colegio cardenalicio, qué cardenales tienen las características esenciales para ser  electos; la política comienza a jugar un papel importante, pues en esta elección se decidirá  qué fracción de la iglesia va a poder ser representada y qué tipo de Papa liderará la barca de Pedro.
Y así después de 8 años nuevamente las miradas del mundo se dirigirán a la chimenea más famosa del mundo y no por aquello de Santa Claus, sino la instalada en la Capilla Sixtina con motivo del Cónclave.
El Cónclave, palabra que significa “bajo llave” es actualmente el único proceso válido de elección del nuevo Sumo Pontífice, pues hasta antes de la Constitución “Universi Dominici Gregis”  existían otras dos formas de elección, el “compromiso” consistente en que un reducido número de cardenales votaran por el sucesor papal en lugar del Colegio Cardenalicio en pleno; y otra opción la “ quasi ex inspiratione” o mejor conocida como elección por “aclamación” , ésta forma implica  que por “inspiración del Espíritu Santo”, los cardenales durante el cónclave aclamaran “Eligo” y luego el nombre de un cardenal  como forma de elección. El cónclave es quizás uno de los procedimientos en la Iglesia institución que más cambios ha sufrido a lo largo de los siglos y que más reglamentado está;  pues debido a la historia de las elecciones papales, la mayoría de los pontífices redactaron distintas constituciones para la elección de su sucesor, en este caso, la constitución que actualmente reglamenta éste cónclave es la promulgada por Juan Pablo II.
El caso de este cónclave será único pues desde hace 600 años no había existido una renuncia papal, la última fue la de Pedro de Morrone, que durante su breve pontificado utilizó el nombre de Celestino V, cabe mencionarse que tanto el Código de Derecho Canónico como la Constitución Apostólica “Universi Dominici Gregis” contemplan la posibilidad de la sede vacante ya sea por muerte o por renuncia del Sumo Pontífice como es el caso; así el próximo marzo en no menos de 15 días y no más de 20, se convocará al próximo cónclave que elegirá al sucesor de Benedicto XVI.
Como parte de las acciones que sucederán, al día 28 de febrero ya cumplido el plazo estipulado por el mismo Benedicto XVI, al día primero de marzo, el camarlengo en funciones Tarsicio Bertone tomará posesión del Palacio Apostólico, el Palacio de San Juan de Letrán y el de Castelgandolfo, sellará las habitaciones papales y el estudio, al tiempo que se destruirá el anillo del pescador, que constituye la única posesión de Benedicto XVI como Sumo Pontífice; posteriormente los cardenales ya convocados llegarán a la ciudad de Roma en donde se celebrará primero una congregación general, en ésta se analiza el estado de la iglesia a nivel mundial, de los acontecimientos que sacuden a mundo, de asuntos importantes de la cristiandad en los que la Iglesia debe tener una voz, así los cardenales reflexionan su voto y la idea de quién puede ser el mejor candidato a próximo sucesor de San Pedro. Realizada esta congregación general inicia el cónclave, que se inaugura una misa, en la que se pide para los cardenales la asistencia del Espíritu Santo quienes elegirán al nuevo Papa;  posteriormente los príncipes de la Iglesia son literalmente encerrados “bajo llave” en la Capilla Sixtina, desde donde toda comunicación con el exterior está prohibida, ya sea teléfono, carta, fax, e-mail, etc. Así mismo durante todo este proceso están prohibidos los actos de simonía, proselitismo, promesas de cargos, etc. pues se busca que el voto sea por una decisión individual y que resida en la conciencia de los electores, no un acuerdo político.
Al día están previstas cuatro votaciones por día, en las cuales se busca que el nuevo pontífice sea electo por al menos dos tercios de los votantes, esto quiere decir que el próximo sucesor de San Pedro, deberá de contar con al menos 80 votos para ser electo;  así la votación inicia cuando los cardenales escriben en una papeleta que  reza: “eligo in Summum Pontificem…” es decir  elijo como Sumo Pontífice… y allí se escribe el nombre de quien cada cardenal piensa es el idóneo para puesto del papa, cada cardenal deposita su voto en una urna al tiempo que pronuncia la siguiente formula: “ Pongo por testigo a Cristo Señor el cual me juzgará que doy mi voto a quien en presencia de Dios creo que debe ser elegido”; las papeletas son entonces leídas y contadas por tres cardenales escrutadores, en caso de no llegarse a un consenso las papeletas son quemadas con paja húmeda, acto ceremonial que desde tiempos inmemorables daba anuncio a la población de Roma que aún no había nuevo pontífice, pues desde la plaza de San Pedro se puede observar la “fumata negra”. 
El camarlengo entonces anota el resultado de la votación, y esta información es entregada a su tiempo al nuevo pontífice,  si después de 3 días no hay acuerdo, se da a los cardenales un día para reflexionar su voto; después de otras 7 votaciones  o tres días más nuevamente se da un día de reflexión, esto puede suceder dos veces más es decir un total de 15 votaciones más, si aun así no hay consenso, el camarlengo habla con los cardenales a quienes insta a reflexionar su voto y lograr un consenso.
Finalmente logrados los dos tercios que se necesitan para elegir un nuevo papa, las papeletas utilizadas para la elección son quemadas lo que resulta en una “fumata blanca”, esto anuncia “urbi et orbi” es decir a la ciudad y al mundo que hay un nuevo sucesor de San Pedro, y con esto acaba el periodo de Sede Vacante.
Así el próximo cónclave se muestra por mínimo interesante por la composición del Colegio Cardenalicio y por las circunstancias de la votación pues el hecho de que Benedicto XVI, haya renunciado ha causado una gran sorpresa en toda la cristiandad, incluidos los cardenales y obispos de todo el mundo, en quienes ya pesa ahora la responsabilidad de elegir al nuevo líder de la cristiandad.

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