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6 de agosto de 2013

PSICOCIUDAD

 ¿Cual es el (pobre) efecto real de una encuesta sobre el electorado?

Por: Daniel Eskibel 
Especialista en Psicología Política
En la mayoría del sistema político parece haber una especie de pensamiento mágico sobre las encuestas.
Cuando digo sistema político me refiero a candidatos, gobernantes, equipos de campaña, equipos de gobierno, dirigentes de partidos, militantes y gente muy seriamente comprometida con la marcha de los asuntos políticos.

Y cuando digo pensamiento mágico me refiero a una manera de evaluar las encuestas que tiene poco y nada de racional al mismo tiempo que mucho de alejamiento de la realidad.
Vale agregar, antes de ir directamente al punto, dos cosas:
  • Me refiero siempre a encuestas serias hechas por profesionales responsables y con independencia de criterio
  • Me refiero, además, a la divulgación de una encuesta aislada. Otra reflexión diferente merecería la multiplicación de encuestas, de distintas empresas, que a lo largo del tiempo apuntan todas en una misma dirección y por lo tanto marcan una tendencia.
El pensamiento mágico sobre las encuestas consiste en creer que una encuesta, solita y sola, puede cambiar el curso de una campaña electoral.
No es así, lo sabemos.
Es algo irracional por completo.
Y es una creencia que desata emociones, pensamientos y acciones políticas que no se corresponden con la realidad.

¿Cual es el efecto real de una encuesta aislada sobre el electorado?

  1.  Los votos duros, firmes y decididos que cada partido tiene no se mueven. Siguen donde estaban. Llegar a ser un votante decidido de un partido o candidato es un largo proceso psicológico que involucra muchas variables (económicas, sociales, culturales, ideológicas). Ese largo proceso no se desmorona por el resultado de una encuesta.
  2. Los votos imposibles para cada partido tampoco se mueven. Esa gente que jamás votaría a determinado partido o a determinado candidato también ha llegado a eso luego de un largo proceso con bases más firmes y estables que lo que muchos políticos creen. Su imposibilidad de votar a alguien tiene raíces emocionales que no pueden ser removidas por una encuesta.
  3. Los votos blandos e inseguros de cada candidato difícilmente se pierdan por una sola encuesta. Son personas que piensan votar a alguien definido, aunque su determinación sea débil y pueden llegar a cambiar. Pero el solo hecho de ser votantes blandos y no muy seguros hace que cambien de la misma manera: más lentamente, con dudas, esperando a tener más certezas. O sea que luego de ver una encuesta aislada seguirán siendo blandos. Algo permeables, pero inseguros. Igual que como eran antes de la encuesta.
  4. Los votos posibles son gente a la expectativa. Pueden ser indecisos, o personas que oscilan entre más de un candidato, o independientes, o votantes muy inseguros que piensan votar a alguien al mismo tiempo que les atrae otro candidato. En ellos una sola encuesta, aislada, no hace más que mantenerlos a la expectativa. O sea que seguirán siendo votos posibles.
Entonces, resulta que el efecto real de una encuesta aislada no suele ser mayormente relevante.
Por el contrario: es más bien pobre.
Y por lo general no produce grandes movimientos en el electorado.

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