¿Cual es el (pobre) efecto real de una encuesta sobre el electorado?
Por: Daniel Eskibel
Especialista en Psicología Política
En la mayoría del sistema político parece haber una especie de pensamiento mágico sobre las encuestas.
Cuando digo sistema político me refiero a candidatos, gobernantes, equipos de campaña, equipos de gobierno, dirigentes de partidos, militantes y gente muy seriamente comprometida con la marcha de los asuntos políticos.
Y cuando digo pensamiento mágico me refiero a una manera de evaluar las encuestas que tiene poco y nada de racional al mismo tiempo que mucho de alejamiento de la realidad.
Vale agregar, antes de ir directamente al punto, dos cosas:
- Me refiero siempre a encuestas serias hechas por profesionales responsables y con independencia de criterio
- Me refiero, además, a la divulgación de una encuesta aislada. Otra reflexión diferente merecería la multiplicación de encuestas, de distintas empresas, que a lo largo del tiempo apuntan todas en una misma dirección y por lo tanto marcan una tendencia.
El pensamiento mágico sobre las encuestas consiste en creer que una encuesta, solita y sola, puede cambiar el curso de una campaña electoral.
No es así, lo sabemos.
Es algo irracional por completo.
Y es una creencia que desata emociones, pensamientos y acciones políticas que no se corresponden con la realidad.
¿Cual es el efecto real de una encuesta aislada sobre el electorado?
- Los votos duros, firmes y decididos que cada partido tiene no se mueven. Siguen donde estaban. Llegar a ser un votante decidido de un partido o candidato es un largo proceso psicológico que involucra muchas variables (económicas, sociales, culturales, ideológicas). Ese largo proceso no se desmorona por el resultado de una encuesta.
- Los votos imposibles para cada partido tampoco se mueven. Esa gente que jamás votaría a determinado partido o a determinado candidato también ha llegado a eso luego de un largo proceso con bases más firmes y estables que lo que muchos políticos creen. Su imposibilidad de votar a alguien tiene raíces emocionales que no pueden ser removidas por una encuesta.
- Los votos blandos e inseguros de cada candidato difícilmente se pierdan por una sola encuesta. Son personas que piensan votar a alguien definido, aunque su determinación sea débil y pueden llegar a cambiar. Pero el solo hecho de ser votantes blandos y no muy seguros hace que cambien de la misma manera: más lentamente, con dudas, esperando a tener más certezas. O sea que luego de ver una encuesta aislada seguirán siendo blandos. Algo permeables, pero inseguros. Igual que como eran antes de la encuesta.
- Los votos posibles son gente a la expectativa. Pueden ser indecisos, o personas que oscilan entre más de un candidato, o independientes, o votantes muy inseguros que piensan votar a alguien al mismo tiempo que les atrae otro candidato. En ellos una sola encuesta, aislada, no hace más que mantenerlos a la expectativa. O sea que seguirán siendo votos posibles.
Entonces, resulta que el efecto real de una encuesta aislada no suele ser mayormente relevante.
Por el contrario: es más bien pobre.
Y por lo general no produce grandes movimientos en el electorado.
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