La primera pregunta siempre es hasta dónde la edad del candidato afecta al comportamiento del elector y al resultado electoral.
El primer punto a aclarar es que hay electores relativamente inmunes a la edad del candidato. Son los que deciden su voto en función de sus convicciones ideológicas, de su identidad político-partidaria o de las posiciones de los candidatos frente a temas que cada elector considera prioritarios.
Pero en sectores que ponen mayor énfasis en la personalidad del candidato, la edad puede llegar a ser relevante. No tanto por sí misma sino por dos factores asociados: las características personales que el votante considera que posee el candidato por tener esa edad, y la mayor o menor distancia generacional que exista entre votante y votado.
En cuánto a la distancia generacional, el ciudadano tiende a elegir con más facilidad a candidatos en los que vea rasgos de personalidad similares a los suyos. Así existiría una mayor dificultad de voto cuando la brecha generacional es muy grande.
En cuánto a los rasgos psicológicos atribuídos a la edad, un candidato de la tercera edad despierta valoraciones contradictorias.
Algunas positivas:
- puede suponerse que si ha vivido mucho aprendió lo suficiente como para tomar decisiones con sensatez y conocimiento de causa
- está más libre de tentaciones y desviaciones
- puede ser más libre para trabajar porque sus apetencias personales son más acotadas
- como el grueso de su vida está en el pasado, es más fácil examinar su periplo vital a lo largo de muchas décadas.
En cambio, los electores también pueden percibir valoraciones negativas en el candidato de tercera edad:
- un candidato con parámetros diferentes en su visión del mundo, anticuado, portador de soluciones viejas para problemas nuevos
- alguien con menos energía para trabajar
- un político con menos paciencia, tolerancia y capacidad para visualizar el futuro
- alguien con más dificultades de atención y memoria
- un candidato con dificultades para asimilar lo nuevo
- alguien con contratiempos por enfermedades y preocupaciones ajenas al ámbito político.
Ventajas y desventajas, pues.
Habrá que estudiar en cada caso y en cada elección cómo se balancean unas y otras en la psicología del electorado.
Y los equipos de campaña tendrán que actuar en consecuencia si las ventajas o desventajas están fuertemente instaladas en la ciudadanía.
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