Por: Daniel Eskibel
Especialista en Psicología Política
Si observas una manada de animales descubrirás con cierta facilidad la existencia de líderes y seguidores. Y hasta verás de qué forma se disputan el liderazgo en algunas situaciones.
¿Sucede lo mismo entre los seres humanos?
Mmm...Algunos dirán que no, que somos tan distintos, que nuestro cerebro, que nuestra razón, que nuestra espiritualidad. Definitivamente que no.
¿No?
Es cierto que somos distintos. Es también cierto que nuestra vida social es más compleja.
Pero...
Parece que siempre hay un pero.
¿Acaso los humanos no tenemos muchos comportamientos de manada, bien irracionales y colectivos?
Pues sí.
¿Acaso nuestras organizaciones e instituciones no revelan la existencia de líderes y de seguidores?
Pues también.
Distintos pero no tan distintos.
La realidad social humana es muy compleja, lo cual complejiza también las funciones de liderazgo. Pero los líderes están allí, a la vista de todos: en los partidos políticos, en los grupos sociales, en las organizaciones sindicales, en las agrupaciones vecinales, en las empresas, en las profesiones, en los grupos de amigos, en las reuniones sociales, en grupos de estudio o de trabajo, en equipos de fútbol, en barrios y ciudades...
En todas partes.
Una elección, ya sea presidencial, legislativa o municipal, es en definitiva una decisión colectiva acerca del liderazgo en una sociedad.
¿Cómo definir el liderazgo político en pocas palabras?
El liderazgo político es una transferencia de entusiasmo.
Eso.
Una transferencia de entusiasmo muy peculiar.
¿Entusiasmo sobre qué?
Sobre un rumbo, un camino, una idea, un proyecto para esa sociedad.
¿Dónde surge ese entusiasmo y hacia dónde se transfiere?
Surge en sectores de la misma sociedad. Es un entusiasmo cuyo origen es colectivo, no individual. Primero es en algunas zonas de la sociedad que surge y en algún momento se transfiere hacia alguna persona o grupo político que lo representa a cabalidad.
Y esa persona o partido se vuelve portadora de ese entusiasmo y encarna la misión de transferirlo a sectores más amplios y masivos de la sociedad.
Así surgen los liderazgos.
Recibiendo una gran dosis de entusiasmo desde algunos lugares de la sociedad y luego transfiriendo ese mismo entusiasmo a muchas otras personas.
Tal vez por eso los dirigentes políticos aburridos, apáticos, esquemáticos y muy previsibles suelen fracasar.
Porque les falta ese entusiasmo que es el soplo vital del liderazgo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario