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14 de marzo de 2011

AUSTERIDAD NECESARIA Y CONVENCIDA

Por Uriel Flores Aguayo

Para la realidad de la que nos interesa hablar, Veracruz, la palabra austeridad estaría relacionada con el ahorro, la modestia y la sobriedad; los otros sinónimos son para después; pensemos en una administración estatal sin adornos o sin cargas innecesarias.
En nuestro país se popularizó el tema de la austeridad desde 1982, en el sexenio de Miguel de la Madrid, el de la “renovación moral” de la sociedad, después del despilfarro de José López portillo. De entonces a la fecha hemos vivido una pesada crisis económica a la que han correspondido sucesivos planes de austeridad, con la excepción de los periodos de los excedentes petroleros infamemente derrochados por Fox y por Calderón. Son tan previsibles las medidas de austeridad después de cierto desorden administrativo que la burocracia de todos los niveles y los aparatos de gobierno ya aprendieron a darle la vuelta.




En los asuntos de gobierno, lo público, también se aplica aquello de que: “después de la tormenta viene la calma”. Por Razones históricas, políticas y psicológicas, entre otras, difícilmente habrá dos sexenios sucesivos que se parezcan. Hasta por cuestiones de imagen siempre habrá algunos cambios cuando menos de forma. Recordemos: López Portillo-De la Madrid, Salinas-Zedillo, Fox- Calderón. Algo similar pasa con el estado de Veracruz.
La difícil situación en las finanzas de Veracruz que, entre otros efectos, ha traído como consecuencia denuncias penales, aprehensiones, acusaciones de todo tipo y una ya prolongada medio inmovilidad gubernamental en la obra pública y en los programas sociales, ha llevado al naciente gobierno del doctor Duarte, a implementar un inmediato, agresivo y complejo plan de austeridad.
Que el gobierno estatal tenga que ser austero está por verse, pero lo que sí tiene en frente es la gran oportunidad de no ser un gobierno caro, de ser eficaz y de marcar un estilo sobrio. Si lo logra ahorrará recursos, que puede emplear en beneficio de la gente, y estar a la altura de lo que se reclama actualmente en los gobiernos: eficacia, transparencia, honestidad, cercanía y resultados. Si bien la austeridad es ineludible, no hay de otra, es por necesidad, también es deseable y posible pensar en que lo sea por convicción, es decir, que inaugure un espíritu renovado en el estilo y la estrategia del verdadero servicio público.
La austeridad será creíble y apoyada por una mayoría ciudadana cuando llegue a detalles como el que las dependencias gubernamentales no utilicen vehículos para cualquier cosa y no dispongan de choferes para cuestiones nimias, mas aún, cuando veamos a los funcionarios caminando, en el servicio del trasporte público o en bicicleta. Cómo hacer creíble la austeridad con inútiles viajes al extranjero, como recientemente ocurrió con la secretaría de turismo que, para abrir boca, se fue a España y, al parecer más recientemente, a Alemania.
A demás de la necesidad y la convicción en un gobierno de tipo austero también está la obligación ante una sociedad con crónicos e hirientes problemas económicos. No puede ni debe haber gobierno rico y pueblo pobre. El verdadero desarrollo democrático pasa por romper los círculos viciosos en que se han convertido los aparatos públicos, donde se sirven en lugar de servir, a donde se llega con visión patrimonial y, en esencia, le dan la espalda al pueblo.
Cuesta trabajo aceptar que funcionarios derrochadores de ayer ya no lo sean hoy, que tecnócratas, yuppies y junior piensen en sus responsabilidades y se olviden un poco de la marca de sus trajes y zapatos. Veremos, están aprueba. Lo peor que les puede pasar es creer que van a seguir simulando, hacer lo contrario de lo que dicen y que no va a pasar nada. Por si no se acuerdan hay que refrescarles la memoria: “el pueblo se cansa de tanta pinche transa”.

Recadito: en la búsqueda del candidato de unidad, de entrada estamos con López obrador.

urielfloresaguayo@hotmail.com

Xalapa Enríquez ver 14 de Marzo 2011



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