Por Uriel Flores Aguayo
Las precandidaturas presidenciales aceptadas por toda la izquierda están generando alineamientos y tomas de posición de grupos, corrientes, liderazgos en general,individuos y ciudadanos en lo personal. Esas definiciones, cuando las hay, están colocando a cada quien con su cada cual y merecen un análisis ya que, cuando menos, de lo que quede como saldo a favor, podrá haber un debate fraterno sobre lo que piensa y propone la izquierda mexicana.
De López Obrador, ya casi todo está dicho, encabeza una lucha autentica y transformadora que va por otra oportunidad, ahora en condiciones más adversas pero con posibilidades reales de convertirse en opción efectiva de poder. Del otro precandidato, Marcelo Ebrard, habrá que opinar algo, aunque, en mucho, son sus apoyos concretos los que necesitan revisión puntual.
Marcelo, es un político brillante, con mucha experiencia, que se ha formado en círculos de poder; ha ascendido en forma significativa estando en las filas del PRD pero su suerte hubiera sido mucho mejor si en lugar del difunto Colosio, Salinas se hubiera inclinado por Camacho Solís, su principal guía y asesor político. El núcleo central del equipo de Marcelo está conformado por ex priistas, por eso sus opiniones sobre la izquierda son generales, ambiguas ylimitadas; aunque son comprensibles. A Marcelo, le puede afectar el apoyo que está recibiendo de ciertos grupos del PRD, los autollamados “demócratas de izquierda,” en su mayoría definidos como burocracias impunes y corruptas. El problema para él es que le transfieren su artificialidad y desprestigio. Vale la pena detenerse un poco tanto en el nombrecito como en sus posturas iniciales: lo de demócratas de izquierda no pasa de la simulación o de una ocurrencia; es un nombre de dos mentiras, ni son demócratas ni son de izquierda. Lo único que les conozco es un proceder interno caracterizado por los fraude, la ilegalidad, la corrupción y todo tipode impunidades; son demócratas de broma y mentiritas; lo de izquierda es una credencial borrosa de la que se debe dudar por varias razones: primero, la izquierda, vieja y joven, moderna y antigua, tiene como elementos básicos la lucha -¡lucha! –por la igualdad, contra los privilegios, por la democracia, por hacer ciudadanía y por un mundo mejor. Segundo, a ellos no se les conoce participación en lucha alguna, son parlamentarios plurinominales y aburguesados que refuerzan al estado de cosas,al sistema dominante; a nombre del pueblo y de la izquierda se descuelgan y vegetan de un cargo a otro. Ni en el discurso son muy de izquierda que digamos.
Dicen los “demócratas de izquierda” que son pacíficos, moderados e incluyentes, en lo que se puede considerar como un esfuerzo de elaboración conceptual para marcar distancia con López Obrador. A esa tesis se adhiere Jesús Ortega, quien agrega que apoyan un proyecto que no confronte ni polarice. Por lo menos ya hay material para debatir fraternalmente, veamos: cuando resaltan el carácter pacífico de sus posturas dan a entender que su contraparte esviolenta, lo cual no existe en la realidad ya que nadie está planteando la toma de las armas para vencer a la oligarquía; es, por lo tanto, una definición hueca o falsa. Cuando se refieren a su rasgo de moderados nos quedan a deber la sustancia de esa posición, no nos dicen si la crítica, la denuncia, el contraste con el poder o, principalmente, la movilización deberán ser suprimidos de nuestra acción. Porque ser moderado en un país violento, injusto y excluyente puede llevarnos a confundirlos con lo modosito y lo pusilánime. Si les hacemos caso, el poeta Sicilia y el sacerdote Solalinde, por hablar de algunos que levantan la voz y protestan, no son moderados sino de esos radicales que abochornan a las buenas conciencias. La verdad, estilos aparte, todos somos moderados, a veces hasta la exageración, cuando que tanto la sociedad civil como los políticos deberían ser más participativos y comprometidos.
Como que a la burocracia aburguesada y “light” se le mueven los tiempos y el territorio, proceden como si México fuera una democracia normal, funcionando y fortaleciendo nuestro estado de derecho. Sus proclamas serían muy aplaudidas en Canadá o Suecia.
Aunque hacen un esfuerzo de elaboración teórica no pueden desvanecer su sello negativo: los une su rechazo a Obrador, más que su apoyo a Marcelo; son anti más que pro. Afortunadamente su representación es más bien precaria.
En el 2006 el autonombrado subcomandante “Marcos”, el EZLN y Patricia Mercado con su partido “México posible” contribuyeron, con dolo o no, a frenar momentáneamente el ascenso de la izquierda mexicana al poder, terminando por hacerle el juego a la oligarquía para que sostuviera el control sobre la presidencia. Es de esperarse que ni Marcelo ni los grupos que lo apoyan, salvo los que de plano ya militan en el campo de los mercenarios, se presten a las maniobrasque los poderosos del país van a implementar para no soltar el dominio que tienen sobre México.
Recadito: ya iniciamos las celebraciones por los 22 años del MOPI
Urielfloresaguayo@hotmail.com
Xalapa Enríquez., Ver 5 de agosto 2011
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