En la más reciente marcha de la paz encabezada en Xalapa por el poeta Javier Sicilia, llevé en el pecho la foto de Gaby, con la esperanza de que apareciera con vida; no fue así, fue vil y cobardemente asesinada en lo que debía ser un lugar de paseo, deportes y turístico. Gaby es una víctima de los tiempos que estamos viviendo, su crimen es triste y repudiable; su imagen, difundida valiente y amorosamente por su mamá, se quedará con nosotros como un recuerdo de los horrores que estamos viviendo. Por ella, por todos los inocentes que están sufriendo la violencia y por los que quedan debemos seguir luchando por un país justo y seguro para todos.
Vivimos una época crítica, peligrosa y de emergencia; nos ahogan olas y tormentas de odio y muerte. Nuestra reflexión y comportamiento debe llevarnos a las respuestas de tres preguntas básicas: cómo llegamos a la actual situación, qué pasa realmente y cómo saldremos de esta crisis.
Lo que está pasando en cuanto a las matanzas y a los despliegues de las fuerzas armadas es impactante y desgarrador, impresiona sobre todo a las nuevas generaciones, niños y jóvenes que no merecen estar viviendo con esos espectáculos demoniacos. Las aberrantes imágenes que en forma abundante y casi cotidiana desfilan por nuestros ojos superan las locuras de los talibanes de Afganistán y de cualquier guerra.
Si ya se sabe que el alto consumo de drogas y la irrestricta venta de armas de los gringos son el más poderoso incentivo y promotor de los narcotraficantes y su violencia, habría que estar tomando medidas radicales, entre otras, el cierre parcial de la frontera. Para enfrentar ese fenómeno se requiere autoridad soberana y nacionalista de alguna manera; no es el caso del desgobierno de Calderón, amarrado de manos por las condiciones de ilegitimidad con que llegó a la presidencia.
Lo que está pasando en Veracruz, además de preocuparnos nos debe ocupar en los ámbitos de actividad y responsabilidad de cada quien, sobre todo a las autoridades de todos los niveles. Si el gobierno del estado no quiere verse rebasado o en medio de la descomposición pública debe tomar todas las precauciones y prepararse más, mucho más. Necesita un gabinete de crisis o de emergencia, que responda en lo inmediato y eficazmente ante cualquier acontecimiento que ponga en peligro a la sociedad o provoque algún tipo de psicosis.
No hay salidas fáciles, salvo que sean de auto engaño, es obligatorio acudir a la autocritica y superar los errores. No se ve misterio alguno en el escenario de las críticas y cuestionamientos, son errores propios, están en el gabinete, donde al parecer se celebran ciertas frivolidades. Veracruz no resiste ni merece, no es sano, superficialidades y tonos grises en su vida pública.
Los ajustes son urgentes mas allá de las cuotas y los cuates, no debe haber indispensables,se necesitan discursos y caras nuevas, no ayuda en nada aplicar la política del avestruz o auto engañarse con una realidad que no existe. Por supuesto no hay que caer en auto denigración ni hacerse eco de los inconcebibles afanes de turbios grupúsculos de interés. Lo peor que se puede hacer es no registrar las contundentes señales sociales que nos mandan el ausentismo en la noche del grito, el desfile correspondiente y las constantes suspensiones de clases.
Además de los llamados a la responsabilidad ciudadana la situación exige un gobierno eficaz, que funcione y tenga claras las tareas a desarrollar; que no lo espante el petate del muerto para que tampoco nos espante a nosotros.
Recadito: Dos de octubre no se olvida, por los estudiantes del 68 y el aniversario de MOPi.
Urielfloresaguayo@hotmail.com
Xalapa Enríquez Veracruz., a 5 de octubre 2011
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