Por Uriel Flores Aguayo
Parafraseando a Marx y Engels, podemos volver a decir que un fantasma recorre al mundo: ¡los indignados! .Estamos ante una ola activa de inconformidad y protesta por el mundo desigual, injusto, corrupto, contaminador e ignorante que nos tocó vivir. El movimiento de los indignados cada día crece más y poco a poco se asemeja a los movimientos revolucionarios del siglo pasado. Sus tesis son directas y concretas, cuestionan correctamente la falta de democracia y de estado de derecho reales en nuestros países, denuncian un mundo dominado por las grandes corporaciones y señalan una sociedad alineada hasta la estulticia en torno a la ignorancia, a controles informativos y valores absurdos, conservadores y excluyentes.
Los indignados representan la sacudida y el aire fresco en un mundo opresivo y desalentador, donde se niegan las oportunidades y se sacrifica el futuro de sus niños y jóvenes. Los indignados son un movimiento político que se basa en cierto tipo de idealismo pero con expectativas de transformaciones concretas. Son una reivindicación del idealismo que ha venido languideciendo en un contexto materialista, criminal y pragmático.
Los ideales son intrínsecos al ser humano, no se puede llevar una vida sana sin ellos. Son de cada quien pero son sociales, sólo pueden ponerse en práctica y desarrollarse en forma colectiva; pueden referirse a la ideología, a la política, al amor, a la religión y a todos los ámbitos sociales. En este mundo violento y de ambiciones el idealismo es muy difícil de llevar, si a caso inicia se acaba muy pronto en un medio simplón y ambicioso; es como meter un conejo en una jaula llena de leones. En nuestro medio el idealista puede ser visto como alguien raro o exótico, ser víctima de burlas y desprecios; necesita, por lo tanto, mucha entereza y hasta algo de heroísmo.
Por supuesto que se puede y se debe ser idealista por difícil que sea, a pesar de un sistema de vida que milita en contra del idealismo; quien se asuma así está en el campo correcto, esencialmente humano, ni ha fracasado ni fracasará. Aunque puede parecer una obviedad o un mensaje motivacional, del estilo de los charlatanes como Cornejo o Cuauhtémoc Sánchez, es fundamental afirmar que quien hace el bien está haciendo lo correcto si tan sólo se siente bien, independientemente de los resultados de esa conducta; en ese espacio no caben autoridades que se disfracen de generosidad mal entendida o las horripilantes fundaciones patito que pululan por ahí con los nombres más ridículos que uno se pueda imaginar. Una de las características y cualidades del idealista es su austeridad, que asume como un dato cualitativo y no como fracaso en un medio lleno de espejismos. La vida austera evita estrés, vicios y amarguras. Quien genera expectativas altas va a la delincuencia y a la frustración.
Hago mi defensa por los ideales como sentido humano y objetivo de vida. Idealismo es la rebeldía que se vuelve actitud y movimiento trasformador. Si hay ciudadanía la vida social es superior, de otra manera todo es caricatura grotesca y estancamiento. El idealismo es natural e indispensable en una sociedad tan desigual, tan racista y tan clasista como la mexicana. La otra cara, opaca y de rictus aunque sonría, es la del conformismo y la ignorancia.
Lo que pasa en México debe volverse una profunda reflexión que nos lleve a un poderoso movimiento de trasformación social; es injusto e inmoral que sigamos viviendo en estos niveles de pobreza y con elites ultra corruptas y valemadristas. A la vez que hacemos campañas y votamos también cuestionemos y revisemos nuestro modo de vida, los valores o anti valores que nos han impuestos, las ideas y conceptos de éxito y fracaso. Vale la pena meterse a todos esos temas, hacerlo en forma rápida, sacudir conciencias y apostarle a la salida del abismo en la que nos han metido la oligarquía y sus empleados políticos; puede ser utopía más que ideal, si, puede ser, pero más vale intentarlo, es más digno, vale más la pena morir luchando que de gordura por tanta comida chatarra o idiotizado por el duopolio televisivo. Mis respetos a los indignados que, además, en su ámbito hacen algo para mejor nuestra realidad.
Recadito: que el PRD se acuerde que es de izquierda.
urielfloresaguayo@hotmail.com
Xalapa Enríquez Veracruz 17 de octubre 2011
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