Por: Guadalupe García García
Puerta de primavera.
Dejo mi vida.
Mi vestido de primavera.
Cada una de mis lunas.
Todos mis versos.
Sobre tu piel.
Dejo mis sueños, sus pinturas, sus paisajes.
Las tiernas caricias sinceras.
Su inocencia sobre tu frente.
En el mástil de mi vida pasajera.
Me liberó de los años.
Exprimo el llanto traicionero.
No tengo ya el perfil que admirarás.
El timbre que despertara las felinas voces.
La música que dormitaba los astros.
Mi boca humedezco en tus labios.
Mi voz ha enmudecido.
Mis manos torpes.
Mis noches amargas.
Soy más que la media noche.
Una ventisca que no cesa.
Y escribo…
Por los amaneceres de tu cuerpo.
Guitarra alegre que irradia tu poder.
A tu espalda me apego.
Taciturna morada en la que despierto
He pintado una ciudad.
En las calles se mesclan voces.
Rotas figuras se dibujan en los muros.
He imaginado su porte.
Abandonado mi aroma.
Su figura me ha perforado.
Hoy me retiro
Para hallarlo.
El pueblo esta habitado por tu perfume.
Cada calle tiene su recuerdo.
La espalda labrada en sus paisajes.
No hay sitio neutro.
Espacio sin ti.
Mi piel arde a su contacto.
Gravé con la lluvia tu misterio.
Tus mañas discretas.
Vicios secretos.
En los muros he abandonado el dolor.
Palpe la clave de tus silencios.
Me sumergí en tu risa mañanera.
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