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19 de febrero de 2020

FÁTIMA

¿El caso paradigmático suficiente para cuestionar una transición democrática?
Crónicas Ausentes
Lenin Torres Antonio
No se asunten que lo macro incida en lo micro, y viceversa, y que la mejor forma de acercarse y esclarecer los asuntos humanos es concebir lo humano en su complejidad, y desconstrucción, lo subjetivo también es real.

El vil asesinato de la niña Fátima es una de las tanto locuras in extremis que ha y está viviendo México, una dimensión innombrable, donde todo sentido del marco simbólico que sostiene nuestra condición social y racional se desquebraja y cae, y lo real golpea grotescamente enmudeciéndonos, encolerizándonos; es insoportable ver la imagen inocente de la pequeña Fátima irse de la mano con quien seguro participa o es su asesina. Ese hecho por si sólo merece todo nuestro repudió y nuestra solidaridad con Fátima, aún cuando ya no esté con nosotros, si bien es cierto, debemos pedir que se haga justicia y que el o los culpables paguen con creces, según derecho, por el cobarde asesinato de nuestra pequeña Fátima, también es cierto, que el caso del asesinato de la pequeña Fátima debe ser un parte aguas para construir un país seguro, prospero y en paz; un país dónde la ley se respete y funcione, un país donde los casos de los niños y niñas Fátimas, antes y después, nos duelan, y pidamos perdón por no poder haberlos protegidos y evitar sus muertes, por omisión o por ser causantes directos. La causa de la muerte de las o los niños Fatimas pasan por ser asesinados directamente, por la falta de atención médica oportuna, por desnutrición, y lo peor, los miles que mueren aún sin haber nacidos, presa de la pobreza que heredan de sus padres y el fracaso de nuestra condición social y humana.
Cada día forma parte de nuestra mirada los tipos que le mete 50 tiros a otro y se va sin culpa a comer tacos con sus familias y “amigos”, donde un político roba sin el menor escrúpulo, donde una persona se lleva a una niña y la mata sin el menor reparo, estamos hablando de una sociedad enferma, de la dimensión de la clínica, y esa locura no es gratuita ni espontanea, es el resultado de una historia social que se ha degenerado, y forma parte  también, aunque de forma limitada, de lo que el presidente de la República habla, producto de poderes facticos y de dominio egoístas y narcisistas, de  sistemas atroces de dominio que no han permitido construir una sociedad sana, justa y en paz, aunque de si, el sujeto hombre se debe reprimir para instalarlo en el orden de la ley y la salud mental. Si bien es cierto, la expresión del presidente es limitada, tampoco está lejos de la realidad y de las causas de esos exabruptos de violencia y de locura que vive México, por eso es importante introducir la dimensión de la clínica en la política, y evitar atrever usar el asesinato de la niña Fátima para hacer crítica política, esto es más grave y enfermo.
El estado de degeneración social y pública que vivimos obstaculiza darnos cuenta que estamos ante una situación límite de transición democrática, de un sistema político caduco, hacía otro que debe ser mejor y que resuelva los graves problemas que padecemos de pobreza, violencia y locura, pero para ello no debemos permitir voltear al pasado, más que para ver el proceso paulatino de descomposición social en que la clase política y la política sometió a nuestra instituciones, al estado y a la propia sociedad.  
Hay cierta ingenuidad en algunos, y muy mala intención en otros, al situarse ante esa transición democrática y el cambio de régimen que vive México: sin memoria histórica, o con una amnesia perniciosa, y desde una crítica limitada y pobre, que tiene un orden más emotivo que racional, más de guerra sucia y desleal a México, que una contribución racional para resolver la crisis pública de México, por lo que estoy seguro en el presente tenemos que consolidar esa transición democrática, las bases de un nuevo México.
Hoy puedo ver lamentablemente como la oposición a esa transición democrática pasa esquizofrénicamente del tema del avión presidencial, que simplemente nunca debió haberse comprado, a usar el caso Fátima como arma de crítica contra el presidente de república que encabeza esa transición democrática, y que está haciendo el esfuerzo titánico por restituir la funcionalidad perdida del estado mexicano, y crear la nueva cultura de la legalidad, de la transparencia, y reconstruir el maltrecho estado de derecho, eso no existía y podemos señalar a los culpables; Ojalá así esos neo críticos se hubieran situado ante los miles de Fátimas del pasado, cuestionar ese pasado y sus regímenes perversos enfermos, con una crítica implacable, pero no fue así, la sociedad ha sido pasiva y dócil, acrítica y corresponsable de esa crisis pública.
El pasado aún está presente, las fuerzas retrogradas se mueven ágilmente y sin escrúpulos buscando que esa transición democrática fracase, quieren situar en el mismo nivel de De la Madrid, Salinas de Gortari, Peña Nieto, Calderón, Fox, a Obrador, pero no es así, personalmente tuve mis reservas y dudas de Andrés Manuel López Obrador, pero su comportamiento político, su coherencia, su tenacidad, y principalmente, su voluntad por cambiar a México, me han hecho convencerme de su importante papel en esa transición democrática, y la necesidad de consolidarla; no hay otra salida si queremos salvar a México. No hay dos agendas políticas ni alternativas, hay sólo una, consolidar la democracia y el estado mexicano.
El caso Fátima es el punto de inflexión y conciencia social, ojalá su muerte no sea en vano.
¡Ninguna Fátima más!

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