¿El
caso paradigmático suficiente para cuestionar una transición democrática?
Crónicas
Ausentes
Lenin Torres
Antonio
No se asunten que lo
macro incida en lo micro, y viceversa, y que la mejor forma de acercarse y
esclarecer los asuntos humanos es concebir lo humano en su complejidad, y
desconstrucción, lo subjetivo también es real.
El vil asesinato de la
niña Fátima es una de las tanto locuras in
extremis que ha y está viviendo México, una dimensión innombrable, donde
todo sentido del marco simbólico que sostiene nuestra condición social y
racional se desquebraja y cae, y lo real golpea grotescamente enmudeciéndonos,
encolerizándonos; es insoportable ver la imagen inocente de la pequeña Fátima
irse de la mano con quien seguro participa o es su asesina. Ese hecho por si
sólo merece todo nuestro repudió y nuestra solidaridad con Fátima, aún cuando
ya no esté con nosotros, si bien es cierto, debemos pedir que se haga justicia
y que el o los culpables paguen con creces, según derecho, por el cobarde
asesinato de nuestra pequeña Fátima, también es cierto, que el caso del
asesinato de la pequeña Fátima debe ser un parte aguas para construir un país
seguro, prospero y en paz; un país dónde la ley se respete y funcione, un país
donde los casos de los niños y niñas Fátimas, antes y después, nos duelan, y pidamos
perdón por no poder haberlos protegidos y evitar sus muertes, por omisión o por
ser causantes directos. La causa de la muerte de las o los niños Fatimas pasan
por ser asesinados directamente, por la falta de atención médica oportuna, por
desnutrición, y lo peor, los miles que mueren aún sin haber nacidos, presa de
la pobreza que heredan de sus padres y el fracaso de nuestra condición social y
humana.
Cada día forma parte de
nuestra mirada los tipos que le mete 50 tiros a otro y se va sin culpa a comer
tacos con sus familias y “amigos”, donde un político roba sin el menor
escrúpulo, donde una persona se lleva a una niña y la mata sin el menor reparo,
estamos hablando de una sociedad enferma, de la dimensión de la clínica, y esa
locura no es gratuita ni espontanea, es el resultado de una historia social que
se ha degenerado, y forma parte también,
aunque de forma limitada, de lo que el presidente de la República habla,
producto de poderes facticos y de dominio egoístas y narcisistas, de sistemas atroces de dominio que no han
permitido construir una sociedad sana, justa y en paz, aunque de si, el sujeto
hombre se debe reprimir para instalarlo en el orden de la ley y la salud
mental. Si bien es cierto, la expresión del presidente es limitada, tampoco
está lejos de la realidad y de las causas de esos exabruptos de violencia y de
locura que vive México, por eso es importante introducir la dimensión de la
clínica en la política, y evitar atrever usar el asesinato de la niña Fátima para
hacer crítica política, esto es más grave y enfermo.
El estado de
degeneración social y pública que vivimos obstaculiza darnos cuenta que estamos
ante una situación límite de transición democrática, de un sistema político
caduco, hacía otro que debe ser mejor y que resuelva los graves problemas que
padecemos de pobreza, violencia y locura, pero para ello no debemos permitir
voltear al pasado, más que para ver el proceso paulatino de descomposición
social en que la clase política y la política sometió a nuestra instituciones,
al estado y a la propia sociedad.
Hay cierta ingenuidad en
algunos, y muy mala intención en otros, al situarse ante esa transición
democrática y el cambio de régimen que vive México: sin memoria histórica, o
con una amnesia perniciosa, y desde una crítica limitada y pobre, que tiene un
orden más emotivo que racional, más de guerra sucia y desleal a México, que una
contribución racional para resolver la crisis pública de México, por lo que
estoy seguro en el presente tenemos que consolidar esa transición democrática,
las bases de un nuevo México.
Hoy puedo ver
lamentablemente como la oposición a esa transición democrática pasa
esquizofrénicamente del tema del avión presidencial, que simplemente nunca
debió haberse comprado, a usar el caso Fátima como arma de crítica contra el
presidente de república que encabeza esa transición democrática, y que está
haciendo el esfuerzo titánico por restituir
la funcionalidad perdida del estado mexicano, y crear la nueva cultura de la legalidad, de la transparencia, y
reconstruir el maltrecho estado de derecho, eso no existía y podemos señalar a
los culpables; Ojalá así esos neo críticos se hubieran situado ante los
miles de Fátimas del pasado, cuestionar ese pasado y sus regímenes perversos
enfermos, con una crítica implacable, pero no fue así, la sociedad ha sido pasiva
y dócil, acrítica y corresponsable de esa crisis pública.
El pasado aún está
presente, las fuerzas retrogradas se mueven ágilmente y sin escrúpulos buscando
que esa transición democrática fracase, quieren situar en el mismo nivel de De
la Madrid, Salinas de Gortari, Peña Nieto, Calderón, Fox, a Obrador, pero no es
así, personalmente tuve mis reservas y dudas de Andrés Manuel López Obrador,
pero su comportamiento político, su coherencia, su tenacidad, y principalmente,
su voluntad por cambiar a México, me han hecho convencerme de su importante
papel en esa transición democrática, y la necesidad de consolidarla; no hay
otra salida si queremos salvar a México. No hay dos agendas políticas ni
alternativas, hay sólo una, consolidar la democracia y el estado mexicano.
El caso Fátima es el
punto de inflexión y conciencia social, ojalá su muerte no sea en vano.
¡Ninguna Fátima más!
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