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10 de julio de 2013

PSICOCIUDAD

Dieta de bajos contenidos informativos

Por: Daniel Eskibel 
Especialista en Psicología Política
Las personas que trabajamos en torno a la política necesitamos información. Yo mismo, por ejemplo. Hace 15 años leía todos los días todos los diarios, semanarios y revistas de Uruguay y Argentina. Todos. Y veía casi todos los programas televisivos informativos y políticos de los dos países. Y además escuchaba varios programas radiales de carácter informativo y político. Era un flujo inmenso de información desembarcando en mi cerebro. Un torrente interminable.
¿Estaba mejor informado?
No.
Solo estaba sumergido en un torrente de información. Un torrente lleno de noticias irrelevantes, de mal gusto, reiterativas. Un torrente que nunca finalizaba. Como un ciclo eterno.
Con un agravante: en ese contexto la información pierde sentido porque no hay tiempo para procesarla y menos aún para actuar en función de ella.
Hoy en día el torrente informativo es mucho mayor en el mundo.
Se volvió infinito, inabarcable, imposible.
¿Y entonces?
¿Cual es la respuesta frente a esa torrente?
¿Qué cantidad y calidad de información necesitamos?
La respuesta es la dieta de bajos contenidos informativos.
Menos información, sí.
Pero de mejor calidad.
Elegir con cuidado las fuentes informativas a las que accedemos. Reducirlas a una escala más humana.
Menos fuentes informativas. Menos cantidad de noticias. Más vinculadas a nuestro perfil y nuestros intereses. Y de fuentes más creíbles.
El torrente de información es infinito, eterno, no para nunca, sigue corriendo durante las 24 horas. Decidirse por una dieta de bajos contenidos informativos es decidir en qué lugares de ese torrente vamos a ingresar. Durante cuánto tiempo. Y para buscar qué tipo de contenidos.
En suma: se trata de decidir.
No dejarse llevar por la corriente.
Decidir.

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