ÚLTIMAS NOTICIAS

8 de febrero de 2011

TÚNEZ, EGIPTO Y MÉXICO

Por Uriel Flores Aguayo

Hace poco más de 20 años se desplomó el bloque soviético, un conjunto de países de Europa oriental con gobiernos autoritarios, de partido único y presidentes vitalicios; fue la época convulsa de Gorbachov con la “perestroika” y el “glasnost”, la caída del “muro de Berlín” y el derrumbe de las gerontocracias que mal gobernaban a nombre del comunismo.
En México, paralelamente, se dieron sucesos parecidos en 1988 y, mucho después y en otro contexto, en el 2006; se trató de movimientos sociales de corte electoral, que encabezaron, respectivamente, Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador. La elección presidencial del 88 estuvo marcada por la violencia, con asesinatos y quema de boletas electorales, y fue fraudulenta; representó una sacudida a México. El liderazgo prudente de ese movimiento evitó la confrontación violenta, lo que pudo haber sido la reedición de la revuelta estudiantil del 68, y canalizó la inconformidad popular hacia la formación de un partido político, el PRD.


En el 2006 no hubo represión, Calderón fue impuesto con campañas de miedo, con el apoyo del duopolio televisivo y algunas variantes de fraude practicadas por los gobernadores. Las movilizaciones ciudadanas fueron mayores que el 68 pero no pasaron de ser concentraciones impresionantes; al poco tiempo la mayoría de los inconformes se retiraron a sus casas, aparente mente resignados.
Ahora surge una ola revolucionaria en el mundo árabe, amenazando a dictadores corruptos y asesinos con la movilización de millones de ciudadanos .El efecto de la revolución del “jazmín” tunecina está sintiéndose en varios países vecinos, ya expulsó un presidente vitalicio y va por más. De las escenas de las movilizaciones y sus enfrentamientos, de la pasividad lógica de los ejércitos, de la fragilidad real de las dictaduras que son de papel cuando el pueblo se harta y de la incertidumbre sobre el rumbo de sus transiciones me quedo con los fragmentos de una conversación de ciudadanos de Túnez, recogidas por la prensa internacional, en el sentido de que sus gobernantes siempre los creyeron cobardes, sumisos, débiles e indignos y que , con la revuelta, les estaban dando una lección y mostrándoles lo contrario; que habían tomado conciencia de su fuerza y habían descubierto su dignidad.
En estos momentos en México muchos estamos pensando y opinando sobre los sucesos árabes, algunos sosteniendo que puede ocurrir lo mismo entre nosotros y otros afirmando que eso es imposible. Habrá que establecer las coincidencias y las diferencias entre nuestro país y los países que están viviendo procesos revolucionarios, cada quien tiene su historia y sus desarrollos sociales, políticos y económicos; mecánicamente ningún cambio se puede trasladar de una sociedad a otra, no perdamos de vista que las transformaciones sociales son las síntesis de procesos históricos. Las revoluciones se dan excepcionalmente y después de ciclos muy prolongados. Digamos que, así como en su momento Marx y Engels, anunciaron, en su manifiesto principal, que el fantasma del comunismo rondaba al mundo, ahora ese fantasma será el de las revoluciones árabes.
Sin embargo, ahí están los antecedentes del 68, el 88 y el 2006 en el plano nacional, así como movilizaciones muy fuertes en algunas regiones. Quiénes participamos en los movimientos del 88 y 2006, vivimos la experiencia callejera y libertaria, con la sensación de que se pudo ir más allá y desafiar al orden establecido. Creo que en esos casos el ejército no hubiera disparado contra las movilizaciones populares, de millones de personas, aunque hubieran intentado ocupar palacios, edificios e instalaciones estratégicas. Creo, igualmente, que México estuvo en los límites de crisis revolucionarias. No juzgo para mal no haberlo intentado, finalmente aquí estamos, seguimos promoviendo cambios y no nos expusimos a la sorpresa de espantarnos con el fantasma de Díaz Ordaz. A los que se desgarraron las vestiduras por la ocupación de la avenida reforma en el distrito federal, hay que remitirlos a las imágenes y al número de muertos en Egipto.
No se debe pensar que en México va a ocurrir lo mismo que en Túnez y en Egipto, por lo menos no en lo inmediato, aunque la elección del 2012, la guerra con el narcotráfico y la falta de expectativas en los jóvenes pueden ser factores que nos lleven a escenarios similares; hay rasgos muy fuertes que hacen semejantes a nuestro país y a esos castigados países árabes :pobreza mayoritaria, falta de oportunidades, monopolios, capitalismo de cuates, precario estado de derecho, democracia débil o simulada, autocracia y partidocracia , instituciones facciosas, clase política sin representación y carencia de plena libertad de expresión. No estaría nada mal que las elites nacionales y sus gerentes políticos pusieran sus barbas a remojar. Los mexicanos pobres, los que no tienen nada que perder, los que se niegan irse a Estados Unidos, los que no quieren refugiarse en el alcohol y las drogas, masas anónimas, famélicas y sumisas pueden reaccionar y descubrir que si salen a las calles y son millones pueden romper sus cadenas de la ignorancia y de la explotación y poner a temblar o en huida a los magnates y a las cúpulas políticas.
No fueron de la Madrid ni Fox, habrá que ver si Calderón es el Mubarak o el Ben Alí y si el zócalo del Distrito Federal es la plaza “Tahrir “.

Recadito: por traidor, corrupto y amargoso al trastupijes ya no lo soportan ni en su casa.

urielfloresaguayo@hotmail.com

Xalapa Enríquez ver 4 de febrero 2011





No hay comentarios:

RECOMENDACIONES